La Constitución de 1978 establece el castellano como lengua oficial de España, pero ¿que término es más recomendable utilizar?
Dentro del mapa de preguntas típicas
que un turista recibe casi instintivamente no puede faltar aquella que
haga referencia a las expresiones que el propio consultado maneja. «Do
you speak english?», «parlez-vous français?», «sprechen Sie Deutsch?»,
«¿habla usted español?»,... aparecen de forma automática en cualquier
mínimo contacto que sirva para romper las barreras que el lenguaje
coloca. Pero, ¡un momento! ¿Seguro que habla español? ¿O lo que parla es castellano?
¿Existe realmente alguna diferencia entre ambos términos? Un mar de
interrogantes flotan en el aire que transporta las palabras del idioma
de Cervantes. ¿Se lo han planteado alguna vez? En ABC.es nos hemos propuesto indagar en un enigma que se remonta a épocas pretéritas.
Fernando Carratalá, catedrático de Lengua Castellana y Literatura y profesor del Centro Universitario Villanueva
y de la Universidad de Mayores del Colegio Profesional de la Educación
de la Comunidad de Madrid, explica la importancia de la historia en el
embrión de esta cuestión, «la lenta reconquista de los territorios
ocupados por los musulmanes originó la fragmentación de la unidad
latinovulgar mantenida por el reino hispanogodo y el surgimiento de
cinco dialectos románicos diferentes, que fueron, de oeste a este, el gallego, el leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán.
De estos cinco dialectos, el leonés y el el aragonés no llegaron a
constituirse en lenguas y quedaron relegados a reducidos dominios
geográficos ante la expansión de la Reconquista castellana». Por su
parte, en los territorios meridionales en los que se implantó el
castellano, así como en las islas Canarias, surgieron cuatro variedades
dialectales: andaluz, extremeño, murciano y canario.
El castellano se expande de forma masiva durante el reinado de los Reyes Católicos
La importancia de la lengua de Castilla queda refrendada durante la época de Carlos I,
cuando en 1536 y tras pronunciar un discurso en Roma ante el papa Paulo
III, su corte y los embajadores extranjeros, el monarca replicará al
obispo de Mâcon, representante de Francia, quien se quejaba de no
comprender bien el mensaje: «Señor obispo, entiéndame si quiere, y no
espere de mí otras palabras que de mi lengua española, la cual es tan
noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana». El
catedrático recuerda este hecho y señala que «el papel dominante que
desempeña España en la Europa del siglo XVI acrecienta el prestigio de
nuestro idioma». Ya en el año 1713 se funda la Real Academia Española de la Lengua,
organismo que nace para combatir «los errores con que se halla viciado
el idioma español, con la introducción de muchas voces bárbaras e
impropias para el uso de la gente discreta».
Sinónimos e igual de válidos
Ahora bien, puesto en conocimiento del lector la
conformación y el influjo cultural e histórico de nuestra lengua, la
duda sigue estando en el aire: ¿español o castellano? He ahí la
cuestión. Fernando Plans, profesor de español por la Université de Rennes 2 y autor del Blog de Filología Clásica,
aclara que actualmente ambos vocablos son sinónimos e igual de válidos,
«las dudas nacen y sobreviven por una cuestión meramente histórica».
Por su parte, Carratalá argumenta que desde que el castellano obtiene la
consideración de 'idioma nacional', empieza a denominarse lengua
española al castellano extendido por todo el territorio hispánico, pero
subraya que aun cuando su base sea la antigua lengua de Castilla, si se
ha convertido en una coiné ha sido por la continua contribución de hablantes y escritores de todos los rincones de España y de Hispanoamérica.
Carratalá expresa que la RAE empieza en 1923 a hablar de 'lengua española'
para titular tanto su Gramática como su Ortografía y su Diccionario, a
pesar que desde su fundación había utilizado el castellano como
denominación. «Entendemos que un cierto sentimiento de rechazo hacia la
dependencia de la 'antigua metrópoli' ha llevado a algunos
hispanoamericanos a preferir referirse a nuestra lengua común con el
término castellano, en lugar de español, en lo cual subyace una
intencionalidad política y no una cuestión simplemente lingüística».
No obstante, uno de los puntos más controvertidos guarda relación con el hecho de que la Constitución Española
establezca el castellano como lengua oficial de España, obviando
cualquier otra designación. «Es una mera diferencia forma e incluso
política, de respeto entre las lenguas de España. Decir en la
Constitución que el idioma oficial es el español supondría que las otras
lenguas no lo serían. Se guarda el vocablo original del dialecto del latín, el castellano, y se respeta a las otras lenguas y dialectos», razona Plans.
En la misma línea se mueve Carratalá al analizar las
razones, «es evidente que los legisladores, habida cuenta de que en
España hay comunidades y regiones que cuentan con idiomas vernáculos,
optaron por una redacción en la que el vocablo castellano alude a un idioma que trasciende los límites de Castilla,
y que es el fruto histórico del esfuerzo colectivo de españoles -sean o
no castellanos- e hispanoamericanos; lo que, por otra parte, y en
términos de 'corrección política', no implica discriminación alguna para
otras lengua habladas en la Península y que obviamente son también
españolas».