Nuestro blog es irresistible. Nada más que añadir al respecto. Sólo puedo agradecer otra vez a nuestro compañero de camino Pepe, que nos sigue desde España, por su reflexión antropo-lógica sobre el concepto de “raza” del que hablábamos en la penúltima entrada sobre el “Día de la Hispanidad”. Bueno, después de haber asistido personalmente a las celebraciones de la festividad nacional española en la ciudad de Barcelona, ahora va a compartir con nosotros la preocupación de definir una vez por todas ese concepto a través de una contribución técnica que sustenta y demuestra que, al fin y al cabo, tod@s procedemos de una misma raíz, de una misma gota de sangre para decirlo con el señor Marley, es decir, lato sensu, que tod@s somos parientes por compartir los mismos ancestros prehistóricos.
A ustedes el placer de la lectura ahora. ¡Hasta pronto!
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Tras un periodo de aparente tabú, en los últimos años la palabra "raza" -así como se utiliza en el lenguaje popular- ha vuelto a estar de moda otra vez. Pero ¿estamos seguros de saber lo que esta palabra significa exactamente? ¿Tenemos alguna razón cierta para creer que la especie humana está constituida por razas biológicas diversas, como perros o caballos? Y sobre todo: ¿cuánto dependen de nuestros genes las difíciles relaciones entre personas con culturas y orígenes diferentes, y las desigualdades sociales y económicas?
Según lo que sabemos por cierto, la palabra "raza" no identifica ninguna realidad biológica reconocible en el ADN de nuestra especie. Por lo tanto, no hay absolutamente nada de inevitable o de genético en las identidades étnicas o culturales tal como las conocemos hoy en día. Y suerte es que sobre este asunto, a diferencia de tanta política, la Ciencia tiene ideas bastante claras. Se trata más simplemente de ser honestos con nosotros mismos: las razas nos las hemos literalmente inventado y las hemos tomado en serio durante siglos, pero ahora sabemos lo suficiente sobre ellas como para dejarlas en paz una vez por todas. Lo que hoy en día sabemos es que, como decía el gran genetista francés André Langaney, somos "todos parientes y todos diferentes". Y no hace ninguna falta tener altos estudios de genética para convencerse de esta gran verdad. Sobre el hecho de que somos "todos diferentes", creo que nadie tiene dudas al respecto: baste con mirar un poco a nuestro rededor. Pero en relación al hecho de ser "todos parientes" deberíamos pararnos un instante y pensarlo bien: ¡aquí está la clave de todo, querid@s caminantes!
El misionero y el indio - particular del monumento a Colòn en Barcelona |
Todos sabemos que hoy en la Tierra somos unos seis mil millones y medio de personas, pero hasta principios de 1800 eramos menos de mil millones, y hace dos mil años eramos apenas unos 150 millones de individuos. Ahora bien, no todos somos buenos en matemáticas pero todos sabemos perfectamente que cada uno de nosotros tiene dos padres, cuatro abuelos y ocho bisabuelos. Es inusual que alguien conozca sus tatarabuelos, pero sabemos que éstos eran dieciséis, y así siguiendo... Esto quiere decir que hace diez generaciones (es decir, hace unos 250 años) cada uno de nosotros tenía como mil antepasados (exactamente 1.024 ), y 250 años antes cada uno de éstos tenía a su vez mil antepasados. Pues, si la matemática no falla, esto quiere decir que cada uno de nosotros desciende de un millón de antepasados que vivían en los tiempos de los viajes de Cristóbal Colón, de un millón de millones de antepasados en el año 1000, y muchos miles de millones de miles de millones en la era de Cristo. Pero ¿como puede ser posible? Hay algo que no encaja... Pues, la respuesta es que no es posible, es decir que estos antepasados son sólo personas virtuales y no individuos diversos, o sea externos a nuestra red de parentesco. La cosa está más clara de lo que parece: ¡las bodas -o cualquier tipo de unión- entre consanguíneos reducen el numero de antepasados! De hecho, cuando dos primos se casan sus hijos tendrán solo seis bisabuelos, y no ocho.
Neofascistas en el Dìa de la Hispanidad, Barcelona |
Para que nuestra genealogía pueda quedarse en los limites de la actual población humana, nos vemos obligados a admitir que muchísimas de las "uniones" de las que derivamos, a lo largo de los milenios, son nada más que bodas entre consanguíneos, que quizá no lo sabían pero que sí descendían de antepasados comunes. Sin embargo, el hecho de que cada uno de nosotros tenga un numero tan exagerado de antepasados virtuales (incluso hace solo mil años), desde luego quiere decir que muchos de mis antepasados eran también los antepasados de cualquiera que esté leyendo ahora mismo este comentario... Esto es, querid@s caminantes, ¡no hay alternativa alguna! Al fin y al cabo, en filigrana a cuanto dicho basta que pensemos a cuantas veces nos ha pasado que, al encontrarnos con un nuestro pariente lejano, éste nos hiciera con enorme curiosidad la clásica pregunta: "Y tu, ¿de quién eres (hij@) ?"
Para concluir, les dejo aconsejándoles una buenísima y sencilla lectura sobre el tema: "L'invenzione delle razze", di Guido Barbujani (edizioni Bompiani, 2007); y con un simpático tema rigurosamente con compás "en levare" de una grande, aunque poco conocida, banda española de los '90, los "No me pises que llevo chanclas" directamente desde Sevilla! Como verán el titulo del tema lo dice todo: "Y tù, ¿de quién eres?"
Un abrazo a tod@s desde España,
Pepe