jueves, 7 de noviembre de 2013

100 AÑOS DE ALBERT CAMUS, UN HOMBRE REBELDE




Existe la belleza y existen los humillados. Cualquier dificultad la empresa de escribir presente, nunca quisiera serle infiel ni a los segundos ni a la primera                                                      

Albert Camus  (Argelia 1913, Francia 1960)



martes, 5 de noviembre de 2013

HASTA LOS HUESOS - cortometraje



Sinopsis: es la historia de un hombre y su llegada al mundo de los muertos, donde es recibido por un gusano, calacas sonrientes y la mismísima Catrina. Poco a poco nuestro personaje descubre que, salvo algunos inconvenientes, estar muerto no es tan malo.

Una producción de: Instituto Mexicano de Cinematografía / Calavera Films / Roberto Rochín / San Pedro Post / ITESO; con el apoyo de Cinema W / Universidad de Guadalajara / FONCA / Virgin Studios / New Art / La Curva / Secretaría de Educación Pública / Lotería Nacional / Grupo Modelo

Guión y dirección: René Castillo

Producción: Alejandra Guevara / René Castillo

Fotografía: Sergio Ulloa

Edición: René Castillo

Música: Café Tacuba

Intérprete de "La Llorona": Eugenia León

Voces: Bruno Bichir, Daniel Cubillo, Claudia Prado, Celso García, María Urtuzuástegui

Premios:
- Premio Mayahuel, Premio de la Crítica Nacional y Premio de la Asociación Cinemared al Mejor Cortometraje, XVI Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara, México 2001.
- Danzante de Oro al Mejor Cortometraje y Premio del Canal + Plus al Mejor Cortometraje Iberoamericano, Certamen Iberoamericano de Cortometraje del 29° Festival de Cine Internacional de Huesca, España 2001.
- Premio Jean-Luc Xiberros a la Mejor Ópera Prima, Premio del Canal J Junior al Mejor Cortometraje y Reconocimiento Especial del Jurado FIPRESCI, Festival International Du Film D' Animation Annecy, Francia 2001.
- Premio al Mejor Cortometraje de Animación, Palm Spring International Short Film Festival, California, EUA 2001.
- Premio al Mejor Cortometraje y Reconocimiento Especial de la Prensa, 4° Festival Internacional de Cortometraje "Expresión en Corto", Guanajuato, México 2001.
- Premio a la Mejor Animación, Festival Internacional de Cine de Valdivia, Santiago de Chile 2001.
- Premio a la Mejor Película de Animación en el 44 Festival Internacional de Cortometraje y Animación de Leipzig, Alemania 2001.
- Primer Premio Coral en el 23 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba 2001.
- Premio al Mejor Cortometraje de Animación en el 3er Festival de Cortometraje Latinoamericano en Cine y Video de Caracas, Venezuela 2002.
- Segundo Lugar en el Festival Cuadro 2002, México 2002.
- Ariel al Mejor Cortometraje de Animación en la LXIV Entrega del Ariel, México 2002.
- Premio a la Mejor Música por el Jurado Infantil en el Festival Internacional de Cine para Niños... y no tan niños, México 2002.
- Premio del Jurado en el 6° Festival Internacional de Cine de Ismalia, Egipto 2002.
- Premio a la Mejor Animación en el Festival Internacional de Cine de Animación, Canadá 2002.
- Premio a la Mejor Animación en el Festival IMAGO 2002, Portugal 2002.

lunes, 4 de noviembre de 2013

LA “FIESTA DE LOS MUERTOS”, LOS NIÑOS Y EL CULTO DEL DON


Todas las sociedades organizan ceremonias para conmemorar, celebrar o dar “el último saludo” a personas y eventos del calendario. La Vida y la Muerte, cada comienza y cada final, así como todo lo que concierne al cuerpo son, en la universalidad de las sociedades humanas, objetos de ceremonia. En estos días vamos entonces a detenernos en nuestra marcha sobre el origen y el sentido profundo de esta festividad del “día de Todos los Muertos”/ “Halloween”. In primis hay que tomar en cuenta que cada actividad ritual (osea todo tipo de fiesta, sea religiosa o no) suele desarrollarse en los momentos transcendentales de cambio de la existencia individual o colectiva y nace de nuestras propias emociones. “Ritualizar” consiste en traducir esas emociones que albergan tanto en el síngulo hombre como en la totalidad de un grupo, en un relato simbólico, como lo es efectivamente el mito, que es a su vez una modalidad para dar sentido a las ocurrencias de la vida en cuanto fenómenos de la naturaleza. Siempre el hombre ha necesitado “explicarse” el porqué de las cosas, en todas las edades desde la prehistoria, ha inventado formas y complejos sistemas narrativos para codificarlas, para “dominarlas” y no ser dominado por ellas, como en cambio ocurre en el reino animal. Para nosotros nada ocurre “así porque sí”.

Los ritos funerarios al igual que las festividades de conmemoración de los difuntos expresan, dentro de un grupo social, la solidaridad entre los vivos y los muertos porque regulan el luto -las señales de dolor- y aseguran el status del difunto para que una vez integrado en el mundo de los antepasados/ ancestros pueda participar otra vez de la continuidad del grupo, siendo un signo del pasado, osea de la historia del grupo mismo. Diciéndolo de otra forma, ninguna sociedad puede pensar a los vivos olvidándose de los muertos, ellos son la cara invisible del mundo, su revés, porque simplemente no hay vivo que un día no se convierta en un muerto: la conciencia de la muerte –distinta del mero conocimiento instinctivo animal- es en fin uno de los rasgos constitutivos de la cultura humana. Es por eso que hay que saber relacionarse con ese mundo también, para vivir en éste con equilibrio
Dicho esto, vamos a ver brevemente sin pretensiones de exaustividad qué es la festividad religiosa cristiana del “Día de lo muertos”, de dónde procede, y qué relaciones tiene con otras tradiciones como la celta de “Halloween”, intentando mostrar el substrato común que hoy les permite yustaponerse y fusionarse entre ellas en nuestras sociedades de la era consumística.
 
 
El célebre escritor siciliano Leonardo Sciascia decía que “el cristianismo permitía esas explosiones propiamente paganas, en el sentido más corriente de la palabra paganismo; esos rituales, esas fiestas, esa proyección y personificación de la materia y de las instancias de los mitos, por su constante actualidad en la vida de las comunidades”. Esta definición se ajusta de forma perfecta a una fiesta como la de “Todos los Santos”, considerada un unicum con el “Día de los muertos”, jornadas aparentemente dedicadas al luto y al dolor, pero que en muchas partes del mundo cristiano y católico se vive de forma alegre y lúdica, dedicada príncipalmente a los niños y al valor simbólico de la comida, principalmente en los países mediterraneos y en la América hispanizada. 
 
Panoramix, el Druido
Sus orígenes tal como las conocemos hoyendía remontan al año 835 d.C. de la era cristiana, pero es mucho más antigua. La invasión de los romanos en el norte de Europa hizo que el mundo mediterraneo se mezclase con la cultura celta y germánica. Los romanos fusionaron las tradiciones celtas con sus Fiestas de Pomona, dedicadas a la diosa de la fertilidad, y así el primigenio Halloween de los celtas pudo sobrevivir al paso del tiempo conservando gran parte de su espíritu y algunos de sus ritos.
El Papa Gregorio III fue el primero que estableció la fiesta en el calendario religioso, ya que la Iglesia católica no conseguía extirpar los antiguos cultos paganos de la cultura celta de los pueblos del norte de Europa, cuyo calendario indicaba el 31 de octubre como último día del año, corrió la fiesta de “Todos los Santos” del 1 de mayo al 1 de noviembre esperando así poder otorgar un nuevo significado cristiano a esos ritos profanos.
Según el año druídico, el 1 de noviembre era el “Samhain”-palabra celta que significa literalmente “todas las almas”- el final del año para la actividad pastoricia y primer día del invierno, cuando la noche se vuelve más larga del día, el comienzo del reino semestral de la Oscuridad, cuando las horas de oscuridad son más que las horas de luz. Una Noche Buena hecha y derecha, en fin una buena ocasión para celebrar el final de un ciclo y el comienzo de otro. Esta vigilia se llamó "All Hallows' Eve" (Vigilia de Todos los Santos) y con el paso del tiempo su importancia fue creciendo y su pronunciación fue cambiando hasta terminar en lo que hoy conocemos como "Halloween".

Para una sociedad como la de los Celtas, un pueblo que se dedicaba a la agricultura y el pastoreo, esta fecha tomaba una importancia muy particular. La vida cotidiana cambiaba radicalmente: los animales se conducían desde las montañas hacia los valles, se recogían los últimos frutos, los campos dejaban de producir alimento y se preparaban para la nueva siembra, las personas tendían a pasar más tiempo dentro de las casas para transcurrir bajo un techo las largas y frías noches del norte de Europa, empeñándose en trabajos de artesanía, construyendo utensilios y pasando las noches contando historias y leyendas. Los Celtas creían que en esa noche llena de magia todas las leyes físicas que regulaban el espacio y el tiempo se suspendían en vilo, volviendo posible la fusión del mundo real, él de acá, él de los vivos, y el mundo de allá, él de los muertos. Durante esa noche las almas de los difuntos podían volver a visitar a la familia y a la comunidad de los vivos: para no ser poseídos los campesinos y arrieros de la aldeas solían convertir sus casas en lugares fríos e inhóspitos apagando las hogueras, volviendo sus cuerpos horribles e irreconocibles disfrazándose de monstruos, y yendo de casa en casa para espantar y ahuyentar todos los espíritus que encontraban. En muchas culturas encontramos la misma tradición y uso, pero en momentos del año distintos: en todos los casos podemos sin duda afirmar que la matriz común es la convicción según la cual los muertos vuelven cíclicamente al mundo de los vivos para tener contactos con ellos y reafirmar su presencia invisible pero real. Piénsese simplemente a la figura del zombie de origen africano, o del vampiro de la Europa eslava, con todas sus representaciones que llegan hasta nuestros días en las formas más fantasiosas y espectaculares a las cuales el cine nos ha acustumbrado.
 

 
Antes se ha dicho de paso que la ritualidad del Día de los muertos cristiano tiene mucho que ver con los niños y la simbólica de la comida, entendida como don, como regalo. En la tradición del area mediterranea se suelen regalar dulces particulares a los niños -los llamados “dulces de los muertos”, cuya característica común es la presencia de habas, porque en la antiguedad se pensaba fuese la comida de los difuntos- y se llevan flores y adornos a las tumbas de los familiares difuntos. Toda esta ritualidad se basa en el concepto de “don” que en la vida de todos los días se traduce con la frase “sólo es un detalle” (nuestro “basta il pensiero” italiano): los padres y familiares solían tradicionalmente externar su afecto diciendo que el regalo lo hacen los muertos, y de esta forma vehiculan también el mensaje importante de la tradición y de la identidad que los vinculan en cuanto vivos al mundo de los muertos. Además, este elemento simbólico y ritual del don es para que los niños aprendan a vivir una relación tranquila y “natural” con la muerte, una lección que se concretiza también a través de la exorcización de un lugar como el cementerio. Junto a los niños las comunidades visitan a sus difuntos en los camposantos: no es raro ni casual que hasta en nuestros días sobrevive la tradición de almorzar y cenar sobre las tumbas o en las capillas de familias, una práctica ésta que se puede encontrar vigente en la América central, en países como México para citar uno.

 
Hoy la Fiesta de los muertos para los niños y adultos de nuestra parte de mundo tiende a ser vivida como un segundo carnaval más que como ritual conmemorativo, siendo el signo tangible del consumismo globalizado que está reemplazando, neutralizándola, la transmisión de la memoria y el vínculo con los ancestros. Este, en mi opinión personal, es elemento más interesante y determinante para comprender el éxito que va ganando en Italia como en España o Latinoamérica una fiesta como el moderno, consumístico y algo vacío Halloween norteamericano que tiende visiblemente a substituirse a las fiestas y sensibilidades tradicionales de nuestro area cultural, las cuales no se han de interpretar a la fuerza sólo como “religiosas” en sentido estricto, sino como conjunto de significados y valores compartidos por una comunidad. No se ha la tendencia de los padres a comprar unas máscaras y unos disfraces a los niños para que salgan en desfiles estandardizados de fantasmas, monstruos, brujas con calabazas y esqueletos por las calles de nuestras ciudades y pueblos, virtualizando y caricaturizando así la idea de la muerte, en vez de perpetuar la memoria de los ancestros, es decir la conciencia de la necesaria relación de co-presencia entre nuestro Pasado y nuestro Presente.

 
De todos modos, y de cualquier forma ustedes hayan querido celebrarla, espero que hayan pasado una feliz Noche Buena.