En Italia, así como en muchos otros Países del mundo, la lectura es un hábito que va disminuyéndose cada vez más, a partir de los primeros años escolares hasta la vejez, como atestiguan las encuestas y los sondeos sobre hábitos y costumbres de la población: alrededor del 46% de los italianos, desde los 6 años de edad (véase las últimas investigaciones de ISTAT) lee sólo un libro cada año.
Los hábitos de lectura, propedéuticos y necesarios para el desarrollo de muchas otras habilidades en el ser humano, deben ser fomentado desde temprana edad, y la Escuela tendría que ser el lugar privilegiado para reflexionar y buscar soluciones eficaces a la emergencia que logren rescatar esa práctica y fomentarla. El diario EL PAIS de hoy proporciona en un artículo una posible solución, contando la historia de una idea nacida en las escuelas primarias de Panamá, que ya está dando frutos. Aquí en Italia también nosotros los Profesores deberíamos prestarles oído a l@s Colegas centramericanos y reflexionar sobre estas prácticas pedagógicas centradas en l@s Alumn@s que buscan fomentar un sistema motivacional virtuoso.
Y, de paso, podrìan salvar la cultura de un País entero.
Estudiantes de la C.A. Mendoza, en San Miguelito, Panama, escuchando el relato de un compañero |
-Estrategias para fomentar la lectura: escribir para poder leer.
-Más de 1.200 Profesores panameños promueven un nuevo sistema de lectura cuya pedagogía se basa en los relatos que redactan los propios estudiantes. Los docentes asisten al VI Congreso de la Lengua becados por el Ministerio de Educación :
Cuando empezó a leer ante la clase, la voz de José Vega era un susurro. Los 27 niños del salón se echaron hacia delante en sus pupitres, tratando de llegar antes al sonido de la voz infantil bajo el zumbido de los tres ventiladores del techo. José levantó la mirada del libro, tomó aire mientras apretaba con sus manos el tomo. Carraspeó y su voz se alzó sobre los cuchicheos de la clase, el zumbido del ventilador y el alboroto que venía del patio: “Ese día habían pensado ir mucho más lejos a buscar un huevo, cuando…”, y entonces el resto recobró su posición natural sin dejar de seguir el relato de su compañero de 10 años.
Hace unos meses, capturar la atención de estos pequeños era impensable. A menos que fuera con Stevenson o Verne. Ahora, las lecturas más apetecidas son esas, las de los propios compañeros de clase, o las de otros chicos, de otra escuela u otra ciudad. La vida hecha literatura por ellos mismos.
Hace unos meses, conquistar esa atención era un sueño. La escuela Carlos A. Mendoza, en el distrito de San Miguelito, en Ciudad de Panamá, sabía poco de captar estudiantes para la causa de la lectura, en un país donde apenas se lee una media de dos libros por habitante y año. Y no es porque la escuela y los profesores no lo intentaran, sino porque no daban con la tecla indicada, como en la mayoría de escuelas y colegios de América Latina.
Nadie sabe si esa es la fórmula. Lo cierto es que hace dos años fueron los
mismos profesores de español del país quienes pidieron a la ministra de
Educación, Lucy Molinar, cambiar las estrategias de enseñanza del idioma y de
la promoción y fomento de la lectura. En noviembre de 2011, después de
participar en la Mesa Didáctica previa al XIV Congreso de la Asociación de
Academias de la Lengua Española, se firmó un compromiso con el Meduca (Ministerio de Educación) “para
asumir el protagonismo y ser actores del mejoramiento, pertinencia, uso de
herramientas tecnológicas y nuevas didácticas para la enseñanza de nuestro
idioma. Es una respuesta al bajo rendimiento estudiantil”, cuenta con una
amable vocalización la profesora Érida Morales, responsable de lo que salió de
aquel Congreso: Rednade. Ese es el
nombre. Y uno de los puntos clave es la lectura, llevar el libro a los
muchachos, a sus hogares.
En la Carlos A. Mendoza lo llevaban intentando de mil maneras con sus
12.000 almas, de 4 a 14 años, en las jornadas de mañana y tarde. “Lo intentamos
todo, todo, todo”. Es lo que dice Miriam Espinosa, que como directora se conoce
los trucos y triquiñuelas de los alumnos para evadir la lectura. “Lo veían como
una obligación, como una carga”, apostilla Judith Ceballos, profesora de
español. Así es que a Rednade se fueron sumando docentes de las nueve provincias
panameñas interesados en aprender nuevas metodologías de enseñanza del español
y del fomento del libro en este cambio de era y de hábitos de consumo y ocio
cultural. La fórmula es leer a partir de lo que se escribe. O motivar la
escritura, que de entrada tiene más simpatizantes, para luego leer lo escrito
propio y ajeno. De la creación a lo lúdico. O como lo ve Patricia, una de las 8
niñas con chaleco azul del Círculo de Lectores de la escuela: “Leemos aunque
sea por la curiosidad, por saber lo que cuenta un compañero de al lado, o de
otro que es como uno y está al otro lado del Canal”.
Entran en el mundo de la lectura, luego ya irán por territorios más
sofisticados, y en el camino se quedarán algunos. Pero los primeros pasos
parecen garantizados.
Lo primero que Rednade creó, una vez organizada la red en 15 regiones con
sus supervisores y enlaces, fue un concurso de cuento a nivel nacional.
Recibieron medio millón, aunque fuera de un taller de clase. Luego se
seleccionaron los mejores relatos y se imprimieron en un libro que ahora está
en todas las escuelas y colegios de Panamá. Es el primer libro de lectura. Este año ampliaron el tema a
“Escribe un cuento en familia” y crearon las categorías
estudiantil, docentes y padres de familia. ¿Funcionará? Los nervios estaban de
punta. Al final se recibieron 790.492 cuentos estudiantiles, 15.191 docentes y
17.305 padres de familia, para un total de 822.988 cuentos en un país de tres
millones y medio de personas.
Y todo eso en un nuevo libro que pasará a las bibliotecas escolares y como
manual de lectura en las clases de español, algunos en edición bilingüe
español-inglés. Ya son 1.200 los profesores que forman parte de Rednade. Los
mismos que estos cuatro días llenan el anfiteatro y sesiones especializadas en
el VI Congreso Internacional de la Lengua Española. Llegan de
todos lados becados por el Ministerio de Educación. Van y vienen por los
pasillos recién alfombrados del Centro de Convenciones ATLAPA creando los
mismos murmullos de sus alumnos en clase. Cada uno trata de que su voz emerja
en medio del barullo formado por los comentarios que más les han sorprendido o
gustado de los seis paneles simultáneos que se realizan mañana y tarde.
[El Pais, F.T.]
[El Pais, F.T.]
"Cuando se lee poco se dispara mucho..."
"La bala", Calle 13