miércoles, 25 de diciembre de 2013

PAPA' NOEL, LOS DONES Y LA COCA-COLA


Papá Noel se viste de escarlata: es sin duda un rey. Su barba blanca, sus prendas y sus botas, el trineo en donde viaja, evocan el invierno. Se le llama “Papá” y es anciano, entonces encarna la forma benévola de la autoridad. […] En realidad, este ser sobrenatural e inmutable, fijado una vez por todas en su forma es la divinidad de una clase de edad de nuestra sociedad, y la única diferencia entre Papá Noel y una divinidad es que los adultos no creen en él, no obstante impulsen a los niños a creer en él y alimenten semejante creencia con muchas mistificaciones.”

(Claude Lévi-Strauss, "Papá Noel", en "Raza e historia y otros estudios de antropología", 1967)


       Estimad@s Caminantes, los interesantes y apasionados debates espontáneos que en estos ùltimos dìas surgieron acerca de la Navidad y de sus símbolos fueron muy interesantes, sobre todo cuando empezamos a ahondar en  la relación estrecha que hay entre los “Antepasados” -que representan el pasado de una comunidad, su historia, su memoria- y los niños -el futuro de la comunidad-. Nosotros tomamos como punto de partida el hecho ritual de hacer regalos a los niños en ciertas ocasiones del año, como lo es la Navidad, o el pasado día de Santa Lucia en algunas zonas del norte de Italia.

 Aquí intentaré ahondar en la cuestión de los orígenes antiguos y paganos de la fiesta que se celebra entre el 24 y el 25 de diciembre trepando la espalda de un gigante de esos estudios antropológicos, el francés Claude Lèvi-Strauss, y sentándome sobre sus hombros. No es casualidad, claro, que lo haga justamente hoy, 5 de diciembre, porque éste es el día en que se celebra un Santo del Pantheon cristiano muy especial que tiene mucho que ver con Papá Noel, osea Santo Nicola, conocido en otras latitudes como Santa Klaus. Abrochad bien el cinturón de seguridad, y buen viaje.
 
El estudioso francés desaparecido hace no muchos años es el autor -entre otras cosas- de uno de los pocos análisis rigurosos producidos sobre la figura de Papá Noel, por eso es imprescindible considerar su posición al respecto. En su famoso ensayo “El suplicio de Papá Noel” Lèvi-Strauss toma como base de estudio el proceso de la construcción de la tradición, de la evolución de un símbolo ahora tan radicado y “naturalizado” en nuestro imaginario cultural que resulta difícil comprender su camino a primeras. La noticia de crónica que estimuló el antropólogo a volver la mirada hacia esa figura semi-religiosa apareció el 24 de diciembre de 1951 en el periódico francés «France Soir».

Más o menos decía así: “Papá Noel ha sido justiciado ayer por la tarde frente a la catedral de Dijon, en el sur de Francia, y ha sido publicamente quemado ante la presencia de cientos de niños que salían de la misa. Esto ha sido decidido en acuerdo con el clero, que había condenado a Papá Noel de usurpador y erético. La acusa era que había convertido en pagana la fiesta cristiana de la Navidad y haberla ocupada sin derecho.

La quema y el suplicio simbolico de Papá Noel ordenado por las autoridades eclesiásticas como contramedida a la corrupción del sentido cristiano de la festividad fue pan para los dientes del fino estudioso, quien intentó de-construir la intricada maraña de significados y de cargas semánticas que en el tiempo se han integrado y yustapuesto hasta componer la figura tan popular del viejo bueno de nuestros días, que desde hace décadas convive pacíficamente con el Niño Jesús, pero que en 1951 era una presencia aún semidesconocida y sospechosa en el sur de Europa.

El dios "Sol Invicto" con la corona que serà de Mitra y luego de Cristo
Antes de nada, vamos a ver de dónde procede esta figura volviendo sobre los pasos de su larguísimo camino que desde la antigua Roma de los Saturnalia los lleva por Estados Unidos, y luego a nuestras casas con todos los elementos iconográficos que lo caracterizan hoyendía. Para empezar, el antepasado directo de Papá Noel es un personaje histórico, el obispo Nicola di Mira -hoy protector de la ciudad de Bari, Apulia- nacido en el siglo IV d.C. Pero cuyo culto tomó relieve en Oriente en el siglo VI y en Occidente (Roma e Italia del sur, Alemania, Francia, y luego Inglaterra) a partir del siglo IX, apoyándose en un substrato de religiosidad pagana -¡tienes razón Riccardo!- derivado de las fiestas colegadas al solsticio de invierno, que en la antigua Roma se llamaban Saturnalia. (Los particulares los expliqué en la entrada del blog dedicada a Halloween) Estas fiestas se celebraban en la semana entre el 17 y el 24 de diciembre, y estaban asociadas a la muerte y a la resurrección simbólica del sol, cuyo culto fue institucionalizado e oficializado por el emperador Adriano bajo el nombre de la fiesta del Dies natalis invicti solis, osea, “la fiesta del nacimiento del sol invicto”, fijada el 25 de diciembre. Siempre en época romana unos días después empezaban las fiestas en honor al dios Giano y a la diosa Strenia, durante las cuales era una práctica usual el intercambio de dones. Luego, con la difusión del cristianismo la Iglesia romana estableció en esa misma fecha la fiesta para el nacimiento de Jesús, ayudando la fusión sincrética de tradiciones paganas y fetividades cristianas.

El gran historiador de las religiones Mircea Eliade, rumano, definió el “ciclo de los 12 dias” -los dias entre Navidad y Noche Buena- como un tiempo de marginalidad que se sustraía al curso de la historia, un periodo de suspensión de la cotidianidad, de inversión y de revolcamiento de los roles sociales de todos los dias, osea, una suerte de antiguo y primigenio Carnaval. Los antropólogos sostienen que en los Saturnalia romanos, así como en el culto a Santo Nicola el solsticio señala una presencia de la muerte -el invierno para la práctica agrícola- que se exorciza y se supera a través de los dones y ofertas a los niños (aquí empieza lo que más los ha impactado) por su especial posición pre-social y pre-iniciática en la sociedad antigua, que los veía como “larvae”, osea seres que no aún no pertenecen plenamente al mundo de las personas, de los adultos, de la comunidad, y que están más cerca de los dioses que de los hombres: de esta manera los niños estarían considerados como una puerta entre el mundo de los vivos y él de los muertos / invisibles / dioses.
Krampus en Tirol
He recordado que aún hoyendía existen pueblos del sureste asiático, zonas rurales de Tailandia, Vietnam, Cambodia y Laos, que consideran a los niños recién nacidos como semideidades que no pueden tocar el suelo para los primeros 40 dias -duermen suspendidos en hamacas- y que no pueden tener tampoco un nombre , razón para la cual esta mañana he empezado a explicarles que en general, cada regalo que se le hace a un niño es arquetipicamente un tributo que se le paga a los antepasados de una comunidad, a los que ya no están con nosotros, a los que están cerca de los dioses, en fin una celebracíon de la continuidad entre pasado y presente de una comunidad.
Krampus

Mediador de la precaria alianza entre los dos polos de la existencia -el aquí y el allá- es también Santa Claus, variante holandesa de Sanctus Nicolaus (conocido en el mundo germánico como Niklaherr, Samichlaus, Sanda Claus) y es una versión exportada a América septentrional por las migraciones del siglo XVII: en la Europa del norte y en zonas del norte de Italia en esa época encontramos iconografias del personaje que resaltan los atributos vescoviles -tiene el gorro que se llama mitra- pero también hay atributos diabólicos, porque es un descendiente de los Krampus de los paises germánicos y de Tirol, unos cazadores con cuernos y larga lengua que raptaban a los niños malos y caprichosos, según cuentan las leyendas de esas tierras.
Americanizándose, por así decir, Santa Claus / Papá Noel pierde su doble negativo y con ése todos los atributos ambiguos del area cultural nórdica. Históricamente este cambio semántico deriva de la afirmación de los valores modernos de la afirmación de la vida privada y del crecimiento del rol económico y social de la familia como motor y eje de la naciente industrialización del siglo XIX, que provoca un cambio radical en la mentalidad de las sociedades ricas.
La iconografía actual de Papá Noel como verdadero dios de las mercancías empieza en los años '30 del siglo pasado gracias a una campaña publicitaria que la Coca-Cola Company ideó a través de la pluma del diseñador de origen sueco Haddon Sundblom. Nada más lejos de la compleja y multifacética figura original de mediador entre mundos y regimenes de sentido, el viejo gordo en rojo y blanco. 

Las consideraciones finales que hace Lèvi-Strauss acerca de la evolución de la figura de Papá Noel nos llevan a mirar a él como uno de los productos más eficaces de la ideología del consumismo que hoy impera en casi todo el mundo y en casi todas las sociedades humanas, pero que al mismo tiempo garantiza y alimenta -sin que nadie lo sepa, osea de forma inconciente- esa moderna forma occidental de intercambio (el “potlach”) convencional de dones y bienes que estructura las odiernas relaciones afectivas familiares y refuerza una específica memoria social, jugando todavía el mismo antiguo y pagano papel de mediador entre el moderno mundo opulento de los adultos de hoy y el mundo de los niños, herederos legítimos de los altares y divinidades de sus padres.


-ENTRADA PUBLICADA EL 6/12/2011-